El senderismo con perros es otra cosa, el ritmo y el objetivo es diferente.
Salir a la montaña con tu mejor amigo es una experiencia enriquecedora. Hay una sinergia entre tu perro y tú qué es inigualable.
Les presento a mi mejor amigo, Parko. Parko es un perro adoptado hace apenas unos 3 años atrás de un refugio de animales en el estado de Victoria, Australia.
Cuando apenas lo vimos, fue amor a primera vista. Unas patotas esponjosas y un pelaje mullido que provoca mullir con él en la cama. Pero sus ojos, y sí, su sonrisa nos cautivaron.
Aparentemente, nos comentaron los encargados del centro de rescate, tenía problemas de nervios y seguridad. Como si lo hubiesen maltratado otros perros u otras personas. Sin embargo, ese día al llegar por primera vez a casa; la alegría de saberse en su hogar le dió un cambio a su carácter de 180 grados.
Desde ese día Parko aprendió con mucho cariño y dedicación a obedecer, y a ser un perro Alfa que no se deja amedrentar más por otros perros, no importa su tamaño.
El es una mezcla de Huskie Siberiano con Kelpie, ambas, razas de trabajo con un carácter peculiar. De los huskies no sólo heredó la melena, sino la capacidad para entablar conversaciones y quejarse con la administración cuando quiere algo y no lo obtiene.
De los kelpies, un perro de pastoreo australiano, no sólo el color rojizo, sino la docilidad y cariño que demuestra a todos los que le rodean.
Dandenong Ranges.
Esta reserva forestal está a tan sólo 45 minutos de la ciudad de Melbourne, cerca del valle Yarra; zona vinícola australiana famosa por sus exquisitas uvas Shiraz.
Es un destino turístico ideal no sólo por lo espectacular de sus bosques, sino por los pequeños pueblos que encuentras en la ruta, tales como Olinda, Sassafras o Monbulk.
En cada uno de ellos, a lo largo de la carretera sinuosa entre altos árboles y el clima alpino australiano. Encuentran numerosos cafés, restaurantes y hasta galerías con arte local. Por lo que es todo un plan para pasar un día diferente
Senderismo en Olinda
Desde los años 50 hasta el 2012, Olinda tenía un club de golf el cual cerró debido a lo empinado del terreno y la dificultad de encontrar las pelotas al rodar cuesta abajo por la montaña.
En su lugar se iniciaron trabajos para parques y sembrar grandes árboles, mientras se dejaba que la naturaleza hiciera el resto.
Al comenzar nuestro paseo, nos encontramos con un clima nublado; por lo que decidí traer un impermeable para prevenir. Parko viene equipado de fábrica con su propio poncho, por lo que él sí que no tiene problemas.
El inicio lo hacemos desde el nuevo parque infantil del nuevo desarrollo que el ayuntamiento local está desarrollando.
La ruta señalada nos llevó a un primer claro, bastante empinado el cual, si ese era un hoyo de golf, creo que los palos debieron haberse convertido en bastones de senderismo porque si bien es fácil bajar, subir es otra cosa.
Este primer descenso nos lleva a la orilla del bosque, de donde parten diversos senderos bien señalizados.
Este es un parque Nacional, en el cual sí se permite hacer senderismo con perros sin correa. Básicamente no hay sino aves, y no hay una fauna local a la cual los perros puedan ofrecer algún peligro, o viceversa.
Este primer tramo sigue en pendiente abajo, bastante inclinada. Y Parko está sumamente alerta y curioso con todos los olores del bosque.
Nos encontramos con más de un senderista en el camino con sus perros aprovechando un bache en la llovizna que ha estado intermitente.
Los diversos senderos cruzan por lo pronto caminos mejor trazados, asumo que los remanentes de aquel campo de golf y los senderos utilizados para los carritos.
Parko está disfrutando al máximo. Siempre manteniéndose a distancia prudente y volteando a ver por donde voy para no dejarme atrás. Es parte de ese lazo invisible entre perro y humano que no se ve, pero que se siente.
Nos encontramos a un grupo que viene de subida, y la costumbre de saludarse en medio de la montaña nunca se pierde. El “good day” australiano no se hace esperar, seguido de un comentario que me hizo sentir agradecido..”Ese si que es un perro que se ve felíz”.
Quién dijo que los perros no se ríen? Uno los conoce y sabe bien cuando están disfrutando, y este, hoy, es un perro feliz, no son cosas mías, alguien más lo ha notado.
Nos vuelve a lloviznar otra vez, y el piso se pone resbaloso entre hojarascas y barro. Algunas ramas caídas entorpecen el camino, sobretodo de las veredas menos transitadas. Pero Parko salta los obstáculos con mucha facilidad.
A lo largo de la ruta nos encontramos con letreros indicando el tipo de árbol que se ha sembrado en la zona. Sin embargo hay árboles que superan los 80 metros de altura, con más de 90 años de edad. Es simplemente impresionante mirar hacia arriba e imaginarse cuánto han visto pasar estos gigantes del bosque.
Generalmente los árboles de la zona, son eucaliptos, ese mismo árbol que los Koalas tanto requieren para su sustento.
El terreno sigue en bajada, y en senderismo, lo que comienza en bajada, termina en subida…
Poco a poco avanzamos por el camino. La verdad es que no he planeado ninguna ruta. Hoy todo es para Parko, es para su disfrute y para probar que tanto le gusta la montaña.
Simplemente he dejado que la brújula que muchos senderistas llevamos por dentro, me guíe para hacer un circuito que nos lleve de vuelta al punto de partida.
Nos vuelve a lloviznar, esta vez con más fuerza. Y mientras me paro a ponerme el impermeable de nuevo, mi querido compañero empieza a protestar porque me he parado en la ruta de ascenso. Su herencia Husky es indiscutible, es un perro que se entiende muy claramente.
Al rato de cortar por veredas, volvemos a caer en un camino principal, en cuyos lados hay pozos ocasionales de agua de lluvia mezclados con barro. Y Parko, ha decidido darse un chapuzón. Alguien tendrá un baño al llegar a casa! Pero lo dejo disfrutar su día sin llamarle la atención, como padre que le celebra las gracias a su muchacho.
El ascenso se hace pesado, por la lluvia incipiente, el barro y la inclinación; pero si queremos volver a casa, simplemente hay que echarle las piernas.
Un par de resbalones a causa de las cortezas del eucalipto, me recuerdan que mis botas de senderismo ya me han llevado a muchas partes, desde el Pico Orizaba en México, Canadá, Nueva Zelanda y Australia; ya llevan un buen kilometraje y el agarre no es el mismo.
Luego de un buen rato, encontrando a senderistas dispdiversos por la ruta, unos con sus perros y otros solos, llegamos de nuevo al claro de dónde partimos. Mi sentido de orientación sigue intacto después de tantos años.
Debo confesar que un rato antes de volver, ya vengo pensando en un café caliente del puesto que se encuentra al inicio del parque.
Si estuviera en mi querido México, estaría preguntando: “Cuánto falta para las quecas…?”. pues muchos senderos siempre tienen en algunos puntos sus vendedores ambulantes con jugos naturales y sus quesadillas, o cariñosamente, las “quecas”.
Alguien ha terminado empapado, pero feliz. Se ha ganado un premio que le tengo guardado para que disfrute en la parte de atrás de mi coche mientras volvemos a casa.
Nada como un buen ejercicio por el bosque, con tu mejor amigo, respirando aire puro y ejercitando las piernas.
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Last modified: 2024-11-17T23:30:56+11:00